El Cauca no es basura, es la voz que nos da vida
La Voz del Cauca nace como una forma de escuchar al río que tantas veces ignoramos. Este proyecto busca que el río hable, que cuente su historia y la de quienes viven a su lado. A través de distintas miradas y formatos, se quiere mostrar cómo el Cauca ha sido testigo de nuestra vida, de nuestros errores y también de nuestra esperanza. Más que un producto audiovisual, es un llamado a reconocer que el río sigue vivo y que su voz merece ser escuchada.
La sinopsis de la propuesta se centra en una narrativa en la que el río Cauca toma voz propia. Desde esa primera persona simbólica, se contarán las historias de quienes dependen de él: pescadores, habitantes de barrios ribereños, líderes comunitarios, ambientalistas y ciudadanos que sienten el impacto de la contaminación. La expansión transmedia permitirá que cada formato aporte una dimensión distinta: el documental mostrará el relato central, el podcast dará voz a las comunidades, las cápsulas en redes buscarán viralizar mensajes cortos y el fotoreportaje retratará la vida cotidiana junto al río.
El río Cauca siempre ha estado ahí, corriendo entre montañas, cargando historias y silencios. Nace en el Macizo Colombiano y atraviesa el país como una cicatriz que une y duele al mismo tiempo. Pero en Cali, su paso se siente distinto. A veces parece un suspiro cansado, otras un reclamo suave que pocos alcanzan a escuchar. Según el IDEAM (2023), el Cauca es uno de los ríos más contaminados de Colombia, afectado por residuos domésticos, industriales y mineros. Sin embargo, más allá de los números, detrás de esa agua turbia hay vidas, oficios y memorias que se niegan a desaparecer.
La Voz del Cauca nació desde esa necesidad de escuchar al río, no solo de medirlo o señalarlo. La idea surgió en una conversación entre estudiantes, cuando alguien dijo: “¿Y si el río pudiera hablar, qué nos diría?”. A partir de esa pregunta empezó todo. Este proyecto transmedia busca dar palabra y rostro a ese silencio. Combina el periodismo, la memoria y la narrativa digital para contar la historia del río desde múltiples voces: la de los pescadores, los niños, los líderes ambientales y los ciudadanos que lo cruzan cada día sin mirarlo.
Durante las grabaciones, conocimos a don Hilario, un pescador que lleva más de cuarenta años viviendo del río. Nos dijo algo que se quedó grabado: “El Cauca da todo, pero la gente solo sabe quitarle”. Esa frase resume el espíritu de este proyecto. Aquí el río no es solo un recurso natural, es un personaje, un testigo del paso del tiempo, una víctima y a la vez una fuerza que resiste. En sus orillas se mezclan la pobreza, la fe y el amor por la tierra.
A través de un documental, cápsulas audiovisuales, podcasts y un fotoreportaje, La Voz del Cauca busca que el público se acerque al río desde la emoción y no solo desde la preocupación ambiental. La idea no es mostrarlo como un paisaje perdido, sino como un ser que aún puede sanar si lo escuchamos. Como dijo Gabriel García Márquez, “la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. Este proyecto cuenta la vida del río, pero también la nuestra, porque en el fondo, todos tenemos algo de caucanos.
El Cauca fluye lento por el Valle, pero no por ello deja de gritar lo que sucede en sus orillas. En nuestras visitas al río conocimos a doña Clara, que desde su casa de madera al borde del cauce nos contó cómo «cuando era niña bajábamos al río para bañarnos, ahora apenas se puede soportar el olor». Esa memoria íntima se contrapone con los números que entrega el IDEAM: en el ‘Estudio Nacional del Agua 2022’ reporta que el tramo del río en el Valle del Cauca muestra “altos niveles de contaminación por materia orgánica, nutrientes y sólidos suspendidos”, así como una elevada demanda química de oxígeno, lo que refleja que el agua «no respira bien». 

Cali aparece en los informes como la tercera ciudad del país que más contamina sus ríos, según datos del IDEAM: se detectaron niveles críticos de mercurio, cromo y plomo en el Cauca y en sus afluentes.  La magnitud del problema nos obligó a darle al río otra forma de contar su historia. Porque no basta con saber que se vierten toneladas de residuos o que los niveles de oxígeno bajan; hay que mirar a quienes viven de él. Don Hilario, un pescador de sesenta años, explicó: «El río me daba el sustento y ahora me da el susto». Su preocupación es la misma que se escucha en los barrios ribereños: si dejas de respetar al río, el río deja de reconocerte como parte de su vida.
Y aunque pareciera que la historia del Cauca solo carga heridas, también guarda resistencias. En mayo de 2024, la CVC abrió una consulta pública para definir metas de reducción de carga contaminante en el tramo entre los puentes Hormiguero y Mediacanoa.  Esta decisión reciente nos llenó de esperanza: significa que voz ciudadana, pescadores, comunidades y entidades están al borde del río, listos para reclamar que sus aguas sean respirables. El arte, la fotografía, el podcast y las cápsulas que proponemos en este proyecto buscan precisamente eso: hacer que esas voces lleguen más lejos, que el río ya no sea un fondo silencioso, sino un protagonista que exige que lo escuchemos.
