El Cauca no es basura, es la voz que nos da vida

La Voz del Cauca nace como una forma de escuchar al río que tantas veces ignoramos. Este proyecto busca que el río hable, que cuente su historia y la de quienes viven a su lado. A través de distintas miradas y formatos, se quiere mostrar cómo el Cauca ha sido testigo de nuestra vida, de nuestros errores y también de nuestra esperanza. Más que un producto audiovisual, es un llamado a reconocer que el río sigue vivo y que su voz merece ser escuchada.

La sinopsis de la propuesta se centra en una narrativa en la que el río Cauca toma voz propia. Desde esa primera persona simbólica, se contarán las historias de quienes dependen de él: pescadores, habitantes de barrios ribereños, líderes comunitarios, ambientalistas y ciudadanos que sienten el impacto de la contaminación. La expansión transmedia permitirá que cada formato aporte una dimensión distinta: el documental mostrará el relato central, el podcast dará voz a las comunidades, las cápsulas en redes buscarán viralizar mensajes cortos y el fotoreportaje retratará la vida cotidiana junto al río.

El Cauca fluye lento por el Valle, pero no por ello deja de gritar lo que sucede en sus orillas. En nuestras visitas al río conocimos a doña Clara, que desde su casa de madera al borde del cauce nos contó cómo «cuando era niña bajábamos al río para bañarnos, ahora apenas se puede soportar el olor». Esa memoria íntima se contrapone con los números que entrega el IDEAM: en el ‘Estudio Nacional del Agua 2022’ reporta que el tramo del río en el Valle del Cauca muestra “altos niveles de contaminación por materia orgánica, nutrientes y sólidos suspendidos”, así como una elevada demanda química de oxígeno, lo que refleja que el agua «no respira bien». 

Cali aparece en los informes como la tercera ciudad del país que más contamina sus ríos, según datos del IDEAM: se detectaron niveles críticos de mercurio, cromo y plomo en el Cauca y en sus afluentes.  La magnitud del problema nos obligó a darle al río otra forma de contar su historia. Porque no basta con saber que se vierten toneladas de residuos o que los niveles de oxígeno bajan; hay que mirar a quienes viven de él. Don Hilario, un pescador de sesenta años, explicó: «El río me daba el sustento y ahora me da el susto». Su preocupación es la misma que se escucha en los barrios ribereños: si dejas de respetar al río, el río deja de reconocerte como parte de su vida.

Y aunque pareciera que la historia del Cauca solo carga heridas, también guarda resistencias. En mayo de 2024, la CVC abrió una consulta pública para definir metas de reducción de carga contaminante en el tramo entre los puentes Hormiguero y Mediacanoa.  Esta decisión reciente nos llenó de esperanza: significa que voz ciudadana, pescadores, comunidades y entidades están al borde del río, listos para reclamar que sus aguas sean respirables. El arte, la fotografía, el podcast y las cápsulas que proponemos en este proyecto buscan precisamente eso: hacer que esas voces lleguen más lejos, que el río ya no sea un fondo silencioso, sino un protagonista que exige que lo escuchemos.